1936. A los pueblos esclavos de Marruecos, Conferencia por la IV Internacional

Llamamiento de la
Conferencia por la IV Internacional (29-31 de
julio de 1936)

 

A LOS PUEBLOS ESCLAVOS DE MARRUECOS

A todos los pueblos oprimidos por los
imperialistas

 

Vosotros, como nosotros, proletarios del mundo entero, soportáis los mismos males, los mismos sufrimientos y las mismas cadenas: los de la esclavitud imperialista.
Hubo una época en que los bandidos imperialistas de Europa y de los otros continentes, bajo la creciente presión de las organizaciones revolucionarias de los proletarios que explotaban en sus países, intentaban resolver sus dificultades a costa de los pueblos colonizados. Los trabajadores de Europa y de otros continentes, al convertirse en apoyos de los piratas imperialistas para conquistaros y dominaros, se convirtieron, inconscientemente, en cómplices de sus propios explotadores pues un pueblo que oprime a otro no puede ser él mismo libre.
Pero desde entonces el capitalismo ha envejecido. En todas partes se encuentra en plena descomposición. Ya no es capaz de asegurar un desarrollo de la sociedad humana mundial. Sólo la solución socialista puede hacer salir al mundo del presente caos y facilitar a la humanidad su libre desarrollo y felicidad. Pero los bandidos imperialistas no sueñan ni por un momento en desaparecer y, después de haber utilizado a los proletarios de sus países para sojuzgaros y explotaros, recurren ahora a vosotros para combatir y vencer a los proletarios que se levantan contra ellos para liberar al mundo de las cadenas imperialistas. Tal es el caso hoy en día de España.
Desgracia para vosotros si, a vuestra vez, os convertís en los cómplices de vuestros opresores imperialistas. La vía de vuestra liberación (igual que la de los trabajadores de los países imperialistas) está en la lucha común contra la explotación capitalista.
Únicamente la alianza de los pueblos oprimidos y los proletarios de los países opresores puede liberar, tanto a unos como a otros, de la dominación de sus enemigos comunes: los capitalistas del mundo entero.
Tomamos como demostración solo los siguientes hechos:
El imperialismo italiano ha hecho de Abisinia su victima sangrante. Nunca jamás se habían empleado semejantes infames procedimientos en la conquista de otros pueblos. El Negus ha lanzado un llamamiento a la Sociedad de Naciones. Pero ¿cómo esta sociedad de bandidos, creada para sancionar el reparto actual del mundo, podría escuchar el llamamiento del pueblo abisinio, impedir a los piratas italianos instalarse en la meseta etiope? Lo que es preciso es levantar a los pueblos oprimidos de África para arrojar al mar a todos los bandidos imperialistas; lo que es necesario es realizar la unión de los pueblos oprimidos con la clase obrera de Europa y de los otros continentes.
Lo mismo pasa en Palestina. El gobierno británico ha clavado sus garras sobre Palestina para proteger la ruta de las Indias y sus intereses petrolíferos en Mesopotamia. A fin de mantener esta posición, los bandidos imperialistas ingleses atizan el odio de raza entre judíos y árabes provocando sin cesar sangrientas luchas entre unos y otros. Mientras los trabajadores judíos sigan siendo cómplices de los capitalistas, agentes del imperialismo inglés, mientras que los trabajadores árabes no busquen la alianza con los trabajadores judíos y sus hermanos de las Indias para batir a su común enemigo, el imperialismo inglés, éste, poniéndose en el lugar del pacificador entre ellos, no cesará de ganar a costa de su sangre, haciéndoles matarse mutuamente.
En Extremo Oriente nos encontramos cada día con nuevas agresiones japonesas contra China. Al igual que el imperialismo italiano, el imperialismo nipón busca desviar al pueblo, que oprime en su propio territorio, de la lucha revolucionaria lanzándolo a la conquista de otros pueblos en China.
El imperialismo francés de los Blum y Daladier no se comporta más suavemente en Indochina, África del Norte, Siria, por todas partes donde, bajo la sombra de su bandera tricolor, explota y oprime a los pueblos de los países conquistados.
Como en 1914, una nueva guerra imperialista está a punto de estallar para un nuevo reparto del mundo. Los mismos imperialistas que preparan esta guerra no tienen escrúpulos en armar a los pueblos coloniales cuando se trata de conducirlos contra el pueblo alzado en su país como es el caso de España hoy en día. Así, puede verse que la lucha por la liberación nacional y la revolución socialista están estrechamente ligadas.
La paz es la liberación de los pueblos oprimidos.
La liberación de los pueblos oprimidos significa el derrocamiento del capitalismo mundial: la revolución socialista internacional.
Cortar el paso al fascismo en Europa y en los otros países del continente, significa tender la mano a los pueblos oprimidos, liberar a los pueblos coloniales.
Las organizaciones que luchan por la IV Internacional, fieles a las enseñanzas de Lenin y de la revolución de Octubre, tienden fraternalmente la mano a los pueblos que luchan por su emancipación nacional.
La IV Internacional saluda la heroica lucha del pueblo etiope contra las bombas y lanzallamas de Mussolini y la tradición de la Sociedad de Naciones: apoya al pueblo árabe en sus esfuerzos por liberarse de la dominación británica. Tanto la Irlanda de 1919 y 1921 como, ahora, Egipto muestran que no pueden obtenerse de los imperialismo las más mínimas concesiones más que mediante la lucha revolucionaria de masas.
La IV Internacional condena la política de la II Internacional que continua adoptando resoluciones sobre el derecho de las naciones a disponer de ellas mismas al mismo tiempo que apoya a sus propios capitalistas en la dominación de los pueblos coloniales. El gobierno laborista de MacDonald en Gran Bretaña y el de Vandervelde en Bélgica han traicionado a los pueblos coloniales de la misma forma que los gobiernos conservadores u otros; mientras, los gobiernos del Frente Popular en Francia y en España continúan sin cambios la explotación de las colonias. Si el gobierno del Frente Popular en España hubiese tomado medidas inmediatas para ayudar a los pueblos marroq uíes a liberarse, el fascismo no hubiese tenido nunca base desde la que atacar a los obreros y campesinos españoles.
La III Internacional es la principal inspiradora del Frente Popular y de su reaccionaria política. Llama a los obreros y campesinos del mundo entero a batirse por la democracia contra el fascismo. El obrero de las fábricas de Bombay, el campesino hindú, los millones de indígenas de África privados de sus tierras y penando en las minas imperialistas a cambio de 10 chelines al mes rechazarán ser engañados por la III Internacional para tomar las armas a favor de cualquier potencia imperialista, sea la que sea, democrática o fascista. Aprovecharán la ocasión, por el contrario, para batirse ardidamente y sin piedad por su propia libertad nacional y económica.
La IV Internacional les declara que sus secciones en Europa, Asia, África y América llevarán adelante todas sus luchas contra su propio imperialismo, en tiempos de guerra como en tiempos de paz y lucharán junto a todos los pueblos coloniales por el derrocamiento de su común enemigo: el capitalismo mundial.
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