2008-03-09 Elecciones parlamentarias en el Estado Español
Hace cuatro años, las numerosas movilizaciones obreras dispersas, la huelga general contra la 'reforma' del mercado de trabajo del 2002, las inmensas manifestaciones del 2003 contra la intervención imperialista en Irak, estallaron en la rabia de masas ante las mentiras del gobierno Aznar sobre los atentados de Atocha y cristalizaron en una gran participación electoral de las capas más profundas de la clase obrera que barrió al PP y puso en manos del PSOE la formación del nuevo gobierno.
Pero del mismo modo que durante las legislaturas de Felipe González, este partido ha traicionado por completo el mandato del voto social que lo sustenta. La política que ha ejecutado desde el gobierno ha sido y promete ser fundamentalmente una continuidad de la de los gobiernos del PP y, en todo caso, una leal gestión de la dominación del capital en el Estado:
Si bien empezó cumpliendo su promesa de retirar las tropas españolas de Irak, inmediatamente se compensó con el refuerzo de la presencia imperialista de España en Afganistán, el mantenimiento de las de los Balcanes, y nuevos envíos de tropas al extranjero, ahora a Haití y al Líbano.
El gobierno de Zapatero no ha tocado ni una sola de las medidas de 'reforma laboral' de Aznar, ha abaratado aún más los despidos, ha facilitado la continuidad de la feroz especulación inmobiliaria, ha respetado y ampliado la financiación pública de la enseñanza privada y de la Iglesia Católica, reforzado las medidas de expulsión de los inmigrantes 'sin papeles', profundizado en la subordinación de la enseñanza universitaria a los intereses de los empresarios, incrementado la privatización de los servicios sociales, reducido los impuestos a las empresas...
En cuanto a la cuestión nacional, que centra continuamente la problemática pública del Estado Español, el gobierno de Zapatero tampoco ha sido capaz de cambiar nada, incluso últimamente está yendo más allá en su política represiva de lo que pudo hacerlo Aznar. Tras humillar a Catalunya imponiéndole un Estatuto diferente del que había aprobado el parlamento catalán, Zapatero dejó que las presiones histéricas del PP y la Iglesia abortaran su propio plan de 'negociación' con ETA, con el que pretendía acabar con el terrorismo mediante alguna concesión respecto a los presos vascos. Fracasada la única iniciativa que lo hubiera diferenciado de la política de represión policial pura y simple contra las masas independentistas, el gobierno del PSOE ha retomado exactamente el mismo camino de los gobiernos PP: Aplica con saña todo el acervo represivo y antidemocrático implantado con la excusa de la 'lucha contra el terrorismo': Ley antiterrorista, Ley de Partidos Políticos, Código Penal reforzado, tribunales especiales (Audiencia Nacional), dispersión de presos vascos, ilegalización de Batasuna y organizaciones juveniles, cierre de periódicos y tabernas vascas...
Y no sólo eso. En los últimos tiempos el gobierno Zapatero ha ido más lejos todavía: arrodillado ante los doberman del PP, ha introducido con el caso De Juana Chaos el secuestro de Estado, al negarse a liberarlo de la cárcel una vez acabada su condena, y alimentarlo a la fuerza cuando se declaró en huelga, todo ello acusándolo de un delito de expresión, como en los viejos tiempos del franquismo.
Más tarde prohibió casi cuatrocientas listas electorales municipales vascas por considerarlas 'contaminadas ideológicamente' con Batasuna, le negó la inscripción como partido a Abertzale Socialistak, detuvo a la nueva dirección nacional de Batasuna, impide la presentación en las actuales elecciones a otros dos partidos independentistas vascos (EHAK y ANV), preparando también su ilegalización, ordena razzias de detenciones indiscriminadas entre los militantes independentistas, mantiene en Euskadi una especie de estado de excepción que deja fuera de la posibilidad de expresarse políticamente en libertad a centenares de miles de votantes de la ‘izquierda' abertzale.
Marzo de 2008: mientras tanto, las condiciones de vida
de la clase obrera del Estado Español se endurecen día a día.
La crisis económica despunta.
Suben los precios de los alimentos básicos en porcentajes anuales que muchas veces superan el 20 %.
La vivienda se ha encarecido a niveles históricos hasta ser inasequible a la mayoría de los trabajadores jóvenes o inmigrantes en condiciones diferentes al sobreendeu-damiento y/o el hacinamiento en subalquiler.
Escasean los contratos fijos indefinidos (a pesar de que las sucesivas ‘reformas laborales' han reducido a miserias las cargas por despido).
A centenares de miles de trabajadores inmigrantes se les niega la regularización y los papeles mientras son sobrexplotados a la vista de todos.
Los accidentes laborales provocan cada día un mínimo de 3 muertos y 15 heridos graves.
En resumen, desciende sin parar el poder adquisitivo real de los salarios y el trabajo precario se generaliza. Cada día es más difícil para las familias trabajadoras llegar a fin de mes y hacer planes para el futuro.
Esto es el resultado para nosotros del periodo de 'brillante apogeo económico' con beneficios astronómicos en las empresas financieras, las constructoras, las energéticas, las telecomunicaciones o las turísticas.
Pero la onda ha llegado a su límite, la burbuja inmobiliaria inevitablemente se desinfla, la crisis económica se anuncia y el paro amenaza ya de manera inmediata a todos los sectores relacionados directamente con la construcción y se extenderá inevitablemente por todo el aparato productivo.
La clase obrera combate. Los aparatos la encorsetan.
Como el PSOE (que tiene el gobierno), el PCE (bien escondido en la coalición interclasista IU ) y los aparatos dirigentes de las grandes centrales sindicales -UGT y CCOO fundamentalmente - han colaborado todo este tiempo con la política del gobierno Zapatero y se han esforzado por asegurarle una cierta 'tregua social', dejándole actuar impunemente en provecho de los intereses patronales y de la unidad forzosa de las nacionalidades oprimidas bajo la Monarquía heredera de Franco.
La 'tregua' ofrecida así al gobierno por los aparatos que hablan en nombre de la clase obrera sólo ha servido para desarmarla políticamente y dejar el terreno libre al PP y su inseparable Conferencia Episcopal. El resultado: las fuerzas más negras de la burguesía han mantenido una agresiva y permanente movilización en la calle, han dominado el ambiente político, han intentado recuperar el control directo de su Estado antes de la finalización 'normal' de la legislatura, empeñadas en obtener lo antes posible la reversión completa de la derrota política que sufrieron concentrada en las elecciones del 13 de marzo del 2004.
Pero la clase obrera, aún encorsetada en esta política de colaboración de clases, forzada por las direcciones sindicales a la dispersión de luchas y muy a menudo dislocada con convocatorias de huelgas de unas horas o unos días sin posibilidad de vencer, no ha dejado nunca de buscar vías para defenderse y combatir.
En los últimos meses, además, se observa un incremento importante de huelgas en numerosos sectores (metal en Galicia y Cádiz, construcción en Andalucía, recogida de basuras y limpieza de servicios públicos en numerosas provincias y localidades, transportes en Alicante, Barcelona y Valencia, médicos en algunas autonomías, funcionarios de Justicia en todo el Estado, etc.)
Entre ellas, destaca la de las cuatro empresas de limpieza del metro de Madrid durante el mes de enero, en la que los sindicatos fueron obligados por las asambleas obreras a actuar bajo mandato y en frente único, cara a la patronal, y a no rendir la huelga hasta la satisfacción de las reivindicaciones. En 21 días de huelga durísima, en la que no faltaron los despidos y el acoso policial, estos 1.500 trabajadores, mayoritariamente mujeres inmigrantes, vencieron tras abortar a última hora un acuerdo de la burocracia sindical que no incluía la readmisión incondicional de los despedidos. Su lucha se ha convertido en un ejemplo de cómo las organizaciones obreras pueden ser puestas al servicio de nuestra clase, obligadas a abandonar la perpetua división a la que nos tienen acostumbrados y forzadas a respetar el control directo del movimiento por los propios trabajadores, a través de sus asambleas.
Las elecciones parlamentarias del 9 de marzo
Como explicábamos, el propio gobierno de Zapatero es responsable directo de que en Euskadi el marco electoral sea un escarnio para una parte importante de su electorado, al que se le impide por completo expresarse políticamente.
Pero en el resto del Estado Español, el carácter de las elecciones no es mucho más democrático en realidad. Los diputados que elijamos tendrán el marco cerrado de la Constitución monárquica, la que encarga al glorioso ejército la garantía de la unidad de la patria y cierra toda posibilidad de ejercicio del derecho de autodeterminación de las nacionalidades oprimidas. La que garantiza a la Iglesia Católica dineros públicos a espuertas y el control de su ideología reaccionaria sobre la mente de la infancia y la juventud. La que sacraliza la propiedad privada y el poder del capital contra las clases trabajadoras.
No es éste el terreno más favorable para desarrollar la lucha de nuestra clase. Pero es el que tendremos para expresarnos como clase el 9 de marzo. Incluso, aunque es territorio enemigo y está deformado contra nosotros, el terreno electoral en condiciones de democracia burguesa, en el Estado español, es aún una conquista parcial de la clase obrera arrancada a la clase dominante, que a la muerte de Franco pretendió mantener el franquismo y dejarlo todo ‘atado y bien atado' pero que tuvo que ceder- para no perderlo todo- ante la generalizada movilización de las masas.
Sin embargo, en ausencia de partido obrero que pueda representar nuestros intereses o utilizar a nuestro favor las instituciones de la burguesía, los trabajadores y trabajadoras no podemos esperar que de nuestro voto resulte un gobierno diferente de los que ya conocemos en todas sus variantes nacionales y autonómicas: aún en el caso en que dotemos de mayoría a los representantes de los partidos obreros tradicionales (el mayoritario, PSOE, flanqueado por el PCE, a quien no es posible votar porque nunca presenta candidatura de clase, sino siempre coaligado en las variantes diversas de IU con Verdes, republicanos burgueses, humanistas, hasta carlistas y otros), las direcciones de estos partidos se dedicarán de nuevo a gestionar los intereses de la burguesía en su conjunto con plena lealtad a las instituciones. Sólo hay que recordar los gobiernos de González y Zapatero, los tripartitos catalanes, las coaliciones vascas, centenares de ayuntamientos.
Pero que eso vaya a ocurrir no significa que, si es posible, nos debamos de abstener de intervenir como clase ni en estas elecciones ni en ningún otro acontecimiento político, dejándole el terreno libre a la burguesía. Un hecho es la traición permanente y sistemática de los dirigentes de los partidos que tradicionalmente utilizan los trabajadores para expresarse electoral y deformadamente como clase (el PSOE y el PCE). Pero otro hecho es la lucha de clases viva, que en cada terreno sólo puede ejercerse utilizando las organizaciones que existen.
La burguesía lo tiene claro y fácil. Desde que fue expulsado del gobierno, el gran partido burgués de la monarquía española, el PP, ha ejercido una oposición casi de guerra civil, contra el gobierno Zapatero. No porque sea 'rojo' o le niegue el pan y la sal a los suyos. Todo lo contrario. Lo hace porque sabe que la política de Zapatero desorienta a la clase obrera, que no puede esperar nada bueno del gobierno, que encaja cada día nuevos golpes, sin encontrar el camino de sustitución por uno que defienda sus intereses. Aprovecha esta desorientación para preparar su acceso directo al gobierno y así profundizar los ataques contra la clase obrera, la juventud y las masas vencidas en el terreno electoral .
Porque la burguesía comprende bien el carácter contradictorio obrero-burgués del PSOE y el PCE: los utiliza para desviar, bloquear, o desactivar la lucha política del proletariado, para gobernar cuando no puede hacerlo el partido burgués directamente o en solitario. Pero el capital, como está demostrando en la actual campaña, tampoco pierde nunca ninguna oportunidad de derrotarlos, porque en ellos derrotan a quien tiene en la actualidad el monopolio de la representación política, aunque indirecta y deformada, de la clase obrera del Estado Español. Porque así establece una correlación de fuerzas más favorable para la burguesía y ahonda la desilusión y desarraigo entre las masas.
Por un Gobierno ObreroGerminal, núcleo en defensa del marxismo, es demasiado pequeño para presentar candidaturas propias. Si pudiera lo haría, utilizando también este deformado terreno de la lucha de clases con el objetivo de organizar el nuevo partido de clase que materializará fielmente nuestros intereses inmediatos e históricos, que luchará por acabar con la explotación capitalista y todo tipo de opresión, que le discutirá a los viejos partidos, entregados al enemigo, la confianza, la representación y la dirección del proletariado de todo el Estado.
Nuestro objetivo es la construcción de un partido cuyo programa se centre en destruir el estado de la burguesía española, en imponer un gobierno obrero basado en las organizaciones de las masas controladas democráticamente por éstas y abrir el camino hacia el socialismo, rompiendo las fronteras que se erigen contra el desarrollo de la economía y contra los derechos de los pueblos. Un partido que luche por el ejercicio pleno y efectivo del derecho a la autodeterminación de todos los pueblos de la actual España, por la construcción de los Estados Unidos Socialistas de Europa.
Si hubiera alguna candidatura que creyéramos que de manera más o menos aproximada se encaminara en esa misma dirección, pediríamos el voto para ella. Pero no sabemos que exista. La totalidad de organizaciones (con capacidad de presentación de candidaturas) que se reclaman formalmente de la construcción de un partido obrero revolucionario y no viven en el interior de organizaciones interclasistas tipo IU, carecen de los elementos centrales del programa que nosotros consideramos necesitaría un partido obrero revolucionario.
En estas circunstancias sólo queda la opción que los trabajadores utilizamos en las legislativas del 14 de marzo de 2004: el voto clase contra clase para enfrentar electoralmente a la burguesía. Es decir, el voto al partido obrero que se prefiera entre los que se presenten en cada circunscripción sin coalición con engendros burgueses o pequeño-burgueses.
En todo caso, unas elecciones no son más que un limitado y muy puntual espacio de la lucha de clases. Al día siguiente todas nuestras reivindicaciones seguirán pendientes. Todos nuestros problemas por resolver.
La pérdida de poder adquisitivo, el empleo precario o ausente, los derechos económicos, sociales y políticos negados a los trabajadores inmigrantes, la vivienda inasequible, la degradación de los servicios públicos, los impuestos crecientes para alimentar el Estado monárquico, la opresión nacional contra vascos catalanes, gallegos, valencianos..., nada cambiará si no tomamos nosotros mismos, con nuestros propios métodos y organizaciones, la lucha por mejorar nuestro destino.
Somos la clase social mayoritaria y nuestra única esperanza está en construir un nuevo partido obrero revolucionario, que forme parte de una Internacional obrera revolucionaria y que nos sirva para centralizar nuestro movimiento y el de todos los trabajadores de todos los países, para terminar con la decadencia de la civilización y la barbarie a la que nos lleva el poder del capital.
La clase obrera, la juventud y las más amplias masas
hemos de continuar la lucha por nuestras reivindicaciones
Sea cual sea el resultado de estas elecciones, bien parta de la relación de fuerzas más favorable -la derrota del PP- o de la contraria, la clase obrera debe enfrentar las políticas de la burguesía, ya sean gestionadas éstas a través de su representante directo (el Partido Popular) ya lo sean a través de su representante indirecto (la dirección traidora del PSOE).
Las múltiples huelgas aisladas, las múltiples movilizaciones que buscan el camino de la unidad para generalizar la lucha son, ahora ya, una base social que exige a las direcciones sindicales de UGT y CCOO y las direcciones de los partidos y grupos que se reclaman de la defensa de la clase obrera y las más amplias masas, la formación de un frente unido que plante cara al frente único de la reacción burguesa, al frente del PP, la Iglesia Católica, los defensores de la ‘familia' y las organizaciones patronales, frente que ha demostrado su eficacia en las movilizaciones que ha realizado durante esta legislatura.
En un futuro inmediato la reivindicación que más urgirá a la clase obrera, a la juventud, será la del trabajo para todos y todas y el derecho a una vivienda digna.
La crisis económica que provoca la pervivencia de la propiedad privada de los medios de producción y distribución no es una extrañeza ‘española', en esto tiene razón la dirección del PSOE. La crisis económica es una característica esencial al capitalismo: por eso es ‘internacional'. Mientras perviva el modo de producción y dominación burgués las masas sometidas al subconsumo se verán sometidas a cíclicas crisis económicas producidas por la ‘sobreproducción' que no encuentra mercados. La crisis de la construcción lo pone al desnudo delante de todos: miles y miles de casas construidas (y otras miles por construir) que no encuentran comprador y que, por tanto, arrojan al paro a los trabajadores y trabajadoras del sector inmobiliario, en primer lugar, y de la construcción en el futuro inmediato. Al mismo tiempo, miles y miles de jóvenes (particularmente) no pueden acceder al ejercicio de uno de los esenciales derechos del ser humano: una vivienda digna.
En las páginas del antiguo Grupo Germinal, ahora Germinal -núcleo en defensa del marxismo, están expresadas decenas de reivindicaciones que urgen satisfacer. En estos momentos, nosotros, marxistas revolucionarios, planteamos que es imprescindible la formación de un Frente Único Obrero para el logro de la satisfacción de todas ellas. El eje coyuntural de este frente, tiene que ser, ante la crisis económica y social que se anuncia:
Trabajo para todos y todas: escala móvil de horas de trabajo sin pérdida de salario
Ante la carestía de la vida: escala móvil de salarios
Legalización de todos los emigrantes con plenos derechos sociales y políticos
Derecho a la vivienda: nacionalización, sin indemnización, del suelo urbano; expropiación, sin indemnización, de la banca, el gran capital inmobiliario y de la construcción. Garantía por el Estado de una vivienda y a precio asequible para todos los trabajadores
Si las direcciones de los dos grandes sindicatos de clase del Estado español, de los dos partidos obreros mayoritarios unieran sus fuerzas y exigieran unidad alrededor de estas reivindicaciones ningún burócrata, ningún ‘estadista', ningún reaccionario se atrevería a enfrentarse. Por el contrario: recibirían el apoyo de millones y millones de trabajadores y trabajadoras, de los jóvenes. No hay excusa: es posible lograr trabajo para todos y todas, es posible lograr un salario digno, es posible lograr una vivienda digna. Otro régimen social es posible: el de la igualdad social y política.
Si el capitalismo sigue sometiendo a las masas a sufrimientos es porque las direcciones de las grandes organizaciones que la clase obrera construyó para defenderse de la explotación burguesa se niegan a emprender el único camino que asegurará la victoria, el camino de la defensa de las reivindicaciones de las masas y el establecimiento de un gobierno obrero que garantice la plena satisfacción de las necesidades de toda la población trabajadora, que haga tabla rasa de las viejas instituciones, como la Monarquía, que garantice la libertad del pueblo vasco, el catalán y todas las demás nacionalidades oprimidas a escoger en todo momento su destino y sus relaciones con los otros pueblos.
Valencia, 6 de marzo de 2008
Germinal - núcleo en defensa del marxismo
Nueva dirección de la página web: http://www.grupgerminal.org
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