Después que los "tres grandes" llegasen a un acuerdo sobre la partición de Palestina, el voto en las Naciones Unidas sólo era ya una mera formalidad. El imperialismo británico se retira del Oriente Próximo a una segunda línea de defensa comparable a la levantó con la división de la India. En el seno de los dos estados, el judío y el árabe, Gran Bretaña preserva lo esencial de sus posiciones económicas y financieras. La Legión Árabe del hipotético estado árabe y la Hagana operarán en estrecha relación con el Ministerio de la Guerra británico, al igual que en el caso de los ejércitos hindú y musulmán en la India. Y, también como en la India, la partición se ha demostrado como el mejor medio para desviar hacia un combate fratricida la lucha de las masas árabes y la cólera de la población trabajadora judía.
Las maniobras del imperialismo británico han sido necesarias a causa de la disminución de sus recursos. Esta disminución obliga a los imperialistas a rebajar sus "compromisos internacionales" a fin de economizar a la vez dólares, fuerza de trabajo y armamento. Esto se presenta incluso de forma aun más hipócrita en el caso específico de Palestina. De hecho, la creación de un estado árabe independiente en Palestina es muy poco probable. Por ello, el rey Abjdalá de Transjordania, el agente número uno de la City de Londres en el mundo árabe, podrá de hecho lograr integrar el este de Palestina en su reino y alcanzar, así, la primera etapa de la formación del imperio de la Gran Siria, objetivo final de su dinastía y de la burguesía británica en el Oriente Próximo. Londres continuará reinando sin que le cueste ni un penique al contribuyente inglés. El único pueblo que sufrirá las consecuencias será, sin lugar a dudas, el mismo pueblo palestino.
Para el imperialismo estadounidense, como para la burocracia soviética, la aceptación de la partición significa sobretodo la liquidación del mandato británico y la apertura de la lucha por la herencia de las posiciones abandonadas. El Kremlin se felicita por la apertura de un período de desórdenes en el Oriente Próximo, aprovechándose de ellos hará lo posible para debilitar las posiciones inglesas y preparar su propia penetración, ya sea bajo cobertura de una "Comisión Mixta de la ONU" ya sea bajo la de una "tutela de los Tres Grandes" sobre Jerusalén. El imperialismo estadounidense se ve enfrentado en Palestina, como anteriormente en Grecia, al problema de encontrar una solución de recambio a la tutela imperialista que los británicos no pueden ya asumir. Tras la evacuación de la tropas inglesas, la Hagana será la única fuerza militar que disponga de una equipamiento moderno, una fuerza extraña al mundo árabe y que servirá, si es necesario, para combatir una insurrección autóctona o una amenaza rusa sobre los pozos petrolíferos. No deberíamos, pues, sorprendernos a partir de ahora si el imperialismo estadounidense, bien bajo forma de una "Liga Judía" o bien financiándola, intenta tener una influencia predominante en el Oriente Próximo. Pero sigue siendo evidente que un estado judío, igual que el movimiento sionista que le ha precedido, sólo es considerado por las grandes potencias como un peón de sus maniobras en el seno del mundo árabe. Semejante estado, lejos de recibir una "protección" abierta y permanente de no importa cuál de estas potencias, se encontrará siempre en una posición precaria e incierta y para su población se abrirá un período de privaciones, terror y terrible tensión que se agudizarán a medida que se desarrollen las fuerzas en lucha por la emancipación del mundo árabe.
La partición de Palestina y el claro cambio de las posiciones sionistas frente al imperialismo británico (incluyendo aquellas de la mayoría de los extremistas) han descargado un golpe mortal sobre todas las teorías impresionistas que crecieron con las bombas del Irgún. La solidaridad fundamental de la Hagana e incluso del Irgún con el imperialismo y contra las masas árabes ha quedado demostrada de la forma más clara. El carácter criminal del sionismo aparece claramente en el hecho que, en razón de su papel reaccionario, los primeros movimientos de masas árabes a favor de una Palestina unida e independiente se han dirigido contra la población judía y no directamente contra el imperialismo. Los ultra reaccionarios jefes del Comité Árabe a favor de Palestina tienen, así, la ocasión de dar nuevo brillo a su blasón vertiendo la sangre de los desdichados judíos que son víctimas de la política sionista.
Los dirigentes sionistas de todo el mundo han festejado la proclamación del estado en miniatura como una gran victoria. ¡Miserable error! La trampa que es Palestina para los judíos, según las palabras de Trotsky, se ha vuelto a cerrar.
Sin cambio radical en la situación mundial y sin reflujo del sionismo en el movimiento obrero judío de Palestina, el exterminio completo del pueblo judío tras la erupción de la revolución árabe será el precio pagado por los judíos por su triste éxito en Lake Success. Y, por una ironía de la historia, el establecimiento de un estado judío independiente, que, según los brillantes teóricos sionistas, está destinado a erradicar el antisemitismo en el mundo ha sido saludado por el estallido de una oleada progromista salvaje en Adén y una nueva oleada de antisemitismo en el mundo.
La posición de la Cuarta Internacional frente a la cuestión palestina continúa siendo tan clara como en el pasado. Estará en la vanguardia del combate contra la partición, a favor de una Palestina unida e independiente, en la que las masas determinaran soberanamente su destino mediante la elección de Asamblea Constituyente. Contra los efendi y los agentes imperialistas, contra las maniobras de las burguesías egipcia y siria que tratan de desviar la lucha por la emancipación de las masas en lucha contra los judíos, llamará a la revolución agraria, a la lucha anticapitalista y antiimperialista, que son los motores esenciales de la revolución árabe. Pero sólo puede llevar adelante este combate con posibilidades de éxito con la condición que tome posición, sin equívocos, contra la partición del país y el establecimiento de un estado judío.
Más que nunca es necesario llamar al mismo tiempo a las masas trabajadoras de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y Australia, la pueblo trabajador de cada país a luchar por la apertura de las fronteras de sus países respectivos a los refugiados, a las personas desplazadas, a todos los judíos deseosos de emigrar, sin discriminación. Sólo si llevamos adelante seriamente, efectivamente y con éxito este combate podremos explicar a los judíos porqué no hay que caer en la trampa palestina. La experiencia terrible que espera a los judíos en el estado en miniatura crea al mismo tiempo las premisas de la ruptura de amplias masas con el sionismo criminal. Si tal ruptura no se produce a tiempo, el "estado judío" se ahogará en sangre.
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